Nieeeve, curvas imposibles…

Para celebrar el inicio de año y el hecho de que, estando confinados, no nos dejan hacer gran cosa, aprovechamos el fin de semana pasado para practicar deportes de invierno al aire libre.

Nos fuimos en coche a un sitio llamado Faistenau en el que hay algo llamado Snowtubing, que viene a consistir en sentarse en el centro de un donut gigante relleno de aire y tirarse por la nieve. Algo que parece divertido pero que para niños de 3 años no siempre es una buena opción. Por eso nos llevamos el trineo de mis suegros, que no sé si procede de la infancia del Cocinero alemán o de generaciones previas, y nos colocamos al lado de la pista de los donuts para probarlo por primera vez con Monete.

El primer intento fue, como siempre, un desastre. Yo también me senté en el susodicho pero, como nunca jamás en la vida había hecho algo así, creo que estaba yo más preocupada que la criatura y, al tirarnos por la pista, pasé más tiempo frenando con los pies que otra cosa.

Después de este mal comienzo, nos colocamos algo más lejos de la pista principal, en una zona con menos pendiente, y dejamos que Monete se sentara sin mí en el trineo mientras el Cocinero alemán iba tirando mediante una cuerda. Eso le gustó muchísimo más. Pero aún más divertido fue tirarse del trineo al suelo y gatear por la nieve, hacer muñecos de nieve que no tenían nada de parecido con un muñeco y arrastrarse en general por encima del elemento blanco.

Fue un acierto pleno.

Así que, si alguien quiere y puede probarlo, en este enlace podéis encontrar información sobre este sitio. Actualmente está abierto de 10:00 de la mañana a 17:00 de la tarde y no nos cobraron ningún tipo de entrada, ya que estaba al aire libre y no hicimos uso de los donuts (para tirarse por ellos sí hay distintas tarifas, en función del tiempo que se quiera utilizar, edades, si se va en grupo, etc). Asimismo, disponen de una pequeña cabaña en la que se pueden adquirir bebidas y algo de comer, aunque por culpa de la pandemia no pueden colocar bancos y mesas para sentarse; y al lado hay aseos (no acondicionados para minusválidos ni para poder cambiar a bebés).

Promesas que sí valen algo

Os voy a confesar una cosa. El deporte me gusta. No lo practico activamente, pero el ideal de hacer algo siempre está ahí. A veces me imagino a mí misma escalando montañas o corriendo maratones, y la simple idea ya me anima. Sin embargo, la cruda realidad es otra: soy vaga para eso. Mientras que para otras cosas no me hace falta apenas animarme, el deporte es algo que me supera. Además, si intento hacer algún ejercicio o practicar algún deporte (el que sea) soy de esas personas que se quejan mucho, de hecho confieso que exagero, y creo que lo hago a propósito. «No puedo más» «Me muero» y «Me duele todo» son las frases que más repito cuando ya llevo cinco minutos entretenida con la tarea en cuestión.

¡Pero ahora las tornas han cambiado! ¡Ya está hecho! Por fin he cumplido uno de mis propósitos de nuevo año. De hecho, el único que realmente era un propósito… ¡He ido al gimnasio! La historia es la siguiente: Sigue leyendo

Pasión por el deporte

Ayer se presentó la oportunidad de conocer (e introducirme) en una tradición que aún no conocía: el visionado de la Super Bowl (la versión americana) en directo por la televisión. Por lo visto, se trata de un acontecimiento que reúne a grupos de amigos en Austria y el sur de Alemania en torno a la tele de una casa o de un bar para tomar algo mientras se observa la final.

Del juego en particular poco puedo decir, ya que no me enteré de prácticamente nada. Líneas amarillas dibujadas en el campo de juego, aunque no en el mundo real. Gente corriendo. Gente empujándose y aplastando al que lleva el balón. Uno que llega al final del campo después de 17 intentos y baila para celebrar el éxito. Katy Perry cantando en el descanso. Y poco más, después me quedé dormida.

Lo que yo no imaginaba de todo esto es que varias cadenas de televisión de ambos países retransmiten el partido en directo y, lo que es más importante, en abierto. Sí, está bien, comienza a las 12 de la noche, pero la gente se echa una siestecita antes de esa hora y se despierta para ver el partido, al parecer. Y se lamentan si tienen que trabajar al día siguiente y no pueden verlo al completo.

Todo esto no parece ser una moda pasajera de este año, ya que, de las personas con las que vi el partido, dos de ellas (el cocinero alemán y un compañero austriaco) ¡conocen todas las reglas del juego! Lo cual me hace suponer que llevan ya años repitiendo esta tradición. De hecho, se hacen apuestas (no oficiales, al menos que yo haya visto) entre cervecita y patatita para animar el juego y estar así pendientes del resultado y de quién se queda con el dinero, claro.

Interesante. Y desde luego, mucho más entretenido que ver algunos otros deportes nacionales.

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Salta, salta conmigo

El domingo pasado se produjo una de esas extrañas alineaciones de planetas que solamente tienen lugar una vez cada 500 millones de años luz (año arriba, año abajo) y, como resultado de la misma, yo tuve el día libre.

¿Y qué mejor manera de celebrarlo que ir a Innsbruck? De camino vimos a gente saliendo a la calle para ir a pasear, a comprar el pan, a esquiar. Cosas normales que se hacen los domingos. Nuestro destino, sin embargo, era otro: el Bergisel:

Bergisel. Imagen procedente de wikimedia.org

O, tal como se veía el domingo desde dentro del recinto:

Bergisel desde el interior

Bergisel desde el interior

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Paseando bajo el sol

Una de las principales actividades a las que se dedica el austriaco medio en verano es a hacer senderismo, o simplemente a pasear. ¡Y la verdad es que no me extraña! ¡Con los paisajes que hay por ver en este país! Lo raro sería quedarse en casa y no hacer nada.

Por eso, esta semana nos hemos adaptado a las modas locales y hemos hecho un 2×1 en rutas caminando, aunque he de decir que en ambos casos fueron cortas (de ahí el haber hecho dos en el mismo día).

En primer lugar, estuvimos en una región del Tirol que se llama Gerlos. Nuestra intención era llegar hasta un lago / pantano bastante grande que hay por la zona, pero nos quedamos a mitad de camino e hicimos una rutilla de 5 km. con estas vistas: Sigue leyendo

Rock am Ring, 3ª parte. Yo quiero tener de todo un poco

Antes de ir al Rock am Ring me volvía loca pensando qué llevar. ¿Permitirán el acceso con bebidas? ¿Me llevo ropa de manga larga o de manga corta? Porque se suele decir que por esas fechas llueve en esa parte del mundo, pero… ¿cuánto? Las botas no pueden faltar, pero he visto que hay quien añade bolsas de basura por encima para… yo qué sé, ¿tal vez para que no entre agua o barro dentro?

Ahora que ya ha pasado todo, puedo decir que hubo cosas que me llevé y no me sirvieron demasiado, y otras que me faltaron y me habría gustado llevar conmigo. ¿Qué se le va a hacer? Me falta experiencia en esto de los festivales… Pero hay gente a la que no. Hoy os voy a hablar de ellos y de algunas otras cuantas cosas más. Sigue leyendo

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Volare oh oh

En su momento ya os conté cómo era aquello de ver los Alpes desde arriba, a 3.000 metros de altura. Pero me sentía inquieta. Yo quería ver más mundo, más libertad, más pájaros, más todo. El siguiente paso era volar por encima de los Alpes, ¿pero cómo? ¿En avión? Eso ya lo he hecho muchas veces, y sólo se ven nubes y nieve. No, eso no era lo que estaba buscando…

¡Parapente! Que no paracaídas… La diferencia entre los dos, para quien no la conozca, es que volar con parapente consiste en saltar desde una montaña con el paracaídas ya abierto, mientras que en el paracaidismo, primero se salta y luego se tiene que abrir el paracaídas. Visto así, el parapente es mucho más seguro, ¿no? Pues sí, lo es. Y muy práctico, además. Uno sube con la góndola (nunca me acostumbraré a llamarla teleférico, lo siento) hasta la altura de la montaña que se desee, y desde allí… una mochila por aquí, un par de cuerdas por allá… ¡Y listo! Sigue leyendo

Patinar o morir

¿Qué se puede hacer en invierno estando en los Alpes? A pesar de que no haya tanta nieve como el año pasado por estas fechas (porque no la hay)… ¿Deportes de invierno? ¡¡Sí!! ¿Esquiar? ¡¡No!! Sigo sin saber, y sin tiempo ni excesivas ganas de aprender, así que he buscado una solución alternativa igualmente entretenida, mucho más barata e infinitamente más fiable para mi integridad física. ¿Trineo? No, tampoco. ¡Hockey sobre hielo! Pero como espectadora, aún no estoy preparada para dedicarme al deporte profesionalmente.

El último de mis caprichos me ha llevado de nuevo a un lugar de la región de Salzburgo que me encanta, llamado Zell am See. En primavera tiene este aspecto:

Zell am See en el mes de abril.

Zell am See en el mes de abril.

No, la foto no está retocada, por cierto. En invierno no os lo puedo enseñar, porque siempre que voy son más de las 17:00 y ya es de noche.

Volviendo al tema del hockey… Sigue leyendo