Ahora que la navidad ya ha pasado y que la decoración navideña del hotel ha desaparecido casi por completo, me gustaría confesar que estas han sido las mejores fiestas desde que llegué a Austria. ¿Y por qué? Pues por todo lo siguiente:
El día 9 de diciembre, los jefes organizaron una especie de fiestecilla para todo el personal, a partir de las 21:30. Yo pensé: «me da a mí que la cocina y el restaurante no irán a la fiesta, porque a esas horas no acabamos de trabajar nunca jamás». Sin embargo, aquel día se les repartió a los Gäste (a los huéspedes del hotel) durante el desayuno un papelito en el que se les avisaba de la susodicha celebración, y se les pedía amablemente que vinieran a cenar antes de lo normal. Por la experiencia que tengo con este tipo de peticiones, siempre hay alguno al que no le da la gana respetar ciertas cosas y viene a cenar a la hora que a él / ella le parece conveniente. Pues, extrañamente, sólo hubo dos personas que no tuvieron en cuenta las instrucciones del papelito y cenaron relativamente más tarde que los demás y, aún así, a las 21:45 ya habíamos terminado y pudimos participar del evento. Sigue leyendo