Va de regalos

Dinos uno de los mejores regalos que te hayan hecho.

Para responder a esta cuestión que se me plantea, la respuesta fácil es decir que alguien que me regale un libro acertará seguro. Soy de esas personas que no pueden tener nunca suficientes libros y que siempre compra varios a pesar de tener otros cuantos esperando en la estantería.

Soy también una persona que aprecia mucho los detalles y los gestos que para la mayor parte de los mortales suelen pasar desapercibidos, por lo que cualquier cosita se convierte para mí en una alegría.

Pero si tuviera que elegir uno sólo de entre todos los detalles y regalos que alguna vez he recibido, sin duda me quedaría con el regalo que recibí en mi último cumpleaños de parte de varios amigos y de mis suegros: un billete de avión para ir con Monete a ver a la familia a España. Yo no tenía pensado ir, y este grupo de maravillosas personas se interesó por cuándo tenía yo vacaciones y me reservó dos billetes.

Lo que más me gustó de este regalo no fue tanto la parte material del mismo como el hecho de que se preocuparon por conseguir que viera a mi familia, y lo que me regalaron sobre todo fue tiempo. Tiempo para compartirlo con los seres queridos, que muchas veces no aprovechamos todo lo que nos gustaría hasta que resulta ser tarde. Tiempo, porque yo ya había dicho a mucha gente que no iba a ir a España en verano y realmente sí fui: si me estáis leyendo, os pido perdón, pero cuanto más tiempo pasa, más disfruto volviendo a ver a la familia los pocos días que estoy en España.

Y ya que me pongo a hablar de regalos, y sólo por restarle un punto nostálgico a estas líneas: uno de los peores regalos que me han hecho fue un vale que servía para ir a un concierto de un grupo que me gusta mucho a Australia… Y cuando me puse a investigar, resultó que ese concierto ya había tenido lugar un año antes… Así que me quedé sin concierto y sin regalo.

¿Cuál es el mejor y / o el peor regalo que os han hecho a vosotros?

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Vacaciones con niños en el Europa Park

Si hay alguien que aún no tiene claro a qué dedicar sus próximas vacaciones, permítame ofrecerle mi más sincera y subjetiva opinión sobre el Europa Park.

Justo al lado de la frontera entre Alemania y Francia y no muy lejos de Estrasburgo en dirección sur hay un lugar llamado Rust, en el cual se encuentra el Europa Park (parque Europa), un parque temático ambientado en diversos países y el cual merece mucho la pena visitar, especialmente si se va con niños.

El verano pasado dedicamos unos días de finales de agosto a visitar este parque con una familia de amigos y lo cierto es que merece mucho la pena. Para aprovechar que el viaje en coche desde Salzburgo es bastante largo, decidimos pasar allí tres noches en un hotel que forma parte del parque, al cual sumamos tres entradas diarias al parque en sí, aunque sin incluir el acceso a Rulantica, que es como denominan a la parte acuática. Y la verdad es que fue una lástima, porque el hotel donde nos alojamos disponía de su propia entrada a este apartado, pero aprovechamos que nos hizo buen tiempo y nos centramos en el parque principal.

Como se ve en el plano de abajo, las zonas temáticas del parque están divididas por países:

He de añadir que en el verano de 2022, cuando fuimos nosotros, había una obra al lado de Grecia, ya que, por lo visto, están construyendo Croacia al lado. O a lo mejor ya han terminado. Este parque tiene ese punto a su favor: que por lo visto está en constante actualización y ampliación, de manera que, si se visita después de varios años, siempre se encuentra algo nuevo.

Y lo que a mí me resultó más gracioso es no sólo esa división por países con su correspondiente decoración, sino que en los bares, restaurantes y puestos de comida de cada zona se puede comer más o menos comida típica de esos lugares.

Si no se quiere llevar todo el tiempo el plano del parque en la mano, existe una aplicación para el móvil que incluye información sobre las atracciones, cuánto tiempo de espera hay actualmente antes de entrar a cualquiera de ellas, e incluso existe la posibilidad de recibir notificaciones sobre cuándo comienza el próximo espectáculo al que queramos asistir:

No voy a entretenerme en hablar de montañas rusas y atracciones alucinantes, ya que íbamos con tres niños de entre cuatro y doce años y, por lo tanto, probamos muchas cosas infantiles y no tanto otras atracciones más salvajes, que eran, además, donde había colas más largas. Sí puedo decir, no obstante, que hay de todo y para todos los gustos, y no me refiero sólo a atracciones sino también a los muchos espectáculos que se ofrecen a lo largo de todo el parque y en varios momentos del día.

El parque se puede visitar entre las 9:00 de la mañana y las 18:00 horas. Personalmente creo que con una entrada de sólo un día se puede ver bastante, pero si se quiere ir con calma y repetir en las atracciones, una entrada para dos o tres días es la mejor opción. Con respecto al acceso, sólo puedo decir que se puede llegar bien en coche (está muy bien señalizado) y disponen de un aparcamiento para autocaravanas; si existen buenas conexiones o no en transporte público, no tuvimos la opción ni la necesidad de comprobarlo.

Una cosa muy buena que le veo a este parque es que dispone de dos «líneas» de tren por dentro del mismo, una de ellas transcurre a nivel del suelo y la otra va por encima de muchas atracciones, y cada una de ellas circula en un sentido diferente. Así, si uno se encuentra en una región y no quiere ir andando hasta otro país, o éste se encuentra alejado, o los niños están cansados, se monta en el tren y listo. No hay que pagar aparte, está organizado como si fueran atracciones. Y las paradas tienen una decoración temática muy chula:

Con respecto al alojamiento, me gustaría añadir que nosotros optamos por un hotel del parque porque la decisión de pasar allí unos días fue relativamente espontánea y tardía, y para cuando quisimos hacer la reserva, todos los apartamentos y hostales de los alrededores estaban ya llenos. Y también los hoteles más cercanos al parque; a nosotros nos tocó el Kronasar, que es el que está más alejado:

A pesar de ello, la comunicación entre el parque y sus hoteles está muy bien organizada: disponen de unos autobuses que pasan con bastante frecuencia y conectan todos estos puntos. Con respecto al precio, un hostal o apartamento habría sido bastante más económico, seamos sinceros, pero oye… Para una vez que vamos… Es un esfuerzo que se puede hacer.

En nuestra reserva sólo estaba incluido el alojamiento y el desayuno. Para cenar probamos un par de locales en Rust (una pizzería y un sitio de hamburguesas) y un día cenamos en nuestro hotel. Dentro del mismo había dos restaurantes diferentes y decidimos probar el que tenía el buffet libre. No estuvo mal, aunque cuando yo voy a un sitio de estos pago básicamente por sentarme, ya que ceno muy poco y nunca compensa. El Cocinero alemán se molestó bastante al comprobar que todas las noches se repetían los mismos platos en el buffet y, cuando lo comentó en la recepción le dijeron (atención para quienes duerman en un hotel) que los huéspedes de los hoteles pueden cenar en cualquier restaurante de cualquiera de los hoteles del parque. Pagando, evidentemente, pero está bien saber que se puede ir hasta otro hotel a cenar. Para la próxima ya lo sé, porque me habría gustado ir a uno de los que están ambientados en España a ver qué ofrecen desde la cocina.

Con respecto a las comidas, en cada país del parque tienen comida más o menos temática: pizzas en Italia, crepes en Francia, pescado en Escandinavia… Hay para todos los gustos y también para todos los bolsillos, aunque en líneas generales se paga más que yendo a comer a un restaurante cualquiera al lado de casa.

En cualquiera de los casos, y como decía más arriba, es una inversión que merece la pena hacer; tanto niños como adultos disfrutan por igual y, en nuestro caso, no son unas vacaciones que vayamos a repetir todos los veranos, aunque seguramente volveremos alguna vez.

Por último, añado unas cuantas fotos aleatorias de varias zonas del parque; a lo mejor alguno se anima a hacer una visita cuando las vea:

Como siempre digo, yo sólo puedo hablar de aquello que he visto cuando yo lo he visitado; para más información o para consultar detalles actualizados sobre precios, horarios, etc., lo mejor es visitar la web oficial del parque o contactar directamente con ellos, disponen de un servicio de información muy atento.

Salvo la imagen con el plano del parque, todas las demás fotos incluidas en esta entrada son propias.

Baile de disfraces

Soy de la opinión de que cualquier excusa es buena para disfrazarse y/o hacer el tonto un rato. O un par de horas. Y lo peor es que dicha opinión va en aumento según pasan los años.

El fin de semana pasado me dieron la oportunidad perfecta para poner en práctica esta cuestión, ya que el equipo de fútbol local organizó un baile de disfraces. Y, como un evento de este tipo parece ser uno de los platos fuertes de la vida social del pueblo, allá que nos fuimos el Cocinero alemán y yo con nocturnidad y alegría.

El tema de este año era Hollywood en su más amplio sentido. De alguna manera, acabamos entrando a formar parte de un grupo que creció rápidamente con el paso de los días y que finalmente incluyó a 27 personas. Decidimos por votación que nos disfrazaríamos de paseo de la fama de Hollywood. Hubo otro grupo más pequeño que nos copió la idea y cuyos miembros se vistieron literalmente de estrellas rosadas; nosotros nos concentramos en personas y personajes y, a pesar de no habernos puesto de acuerdo de antemano, no hubo dos parejas iguales.

Allí nos juntamos un Gandalf, una Maléfica, varios personajes de Walt Disney, una Marilyn y hasta nos acompañó la Whoopie Goldberg monja más masculina y graciosa que he visto nunca. Yo me planteé varias opciones y me habría gustado disfrazarme de Óscar (el premio) embutida en un traje amarillo bastante llamativo, pero optamos por la idea inicial del Cocinero alemán de vestirnos de Familia Addams. No nos quedó nada mal, por cierto.

Y allá que nos fuimos los 27, entrada triunfal con nuestra pancarta y acompañamiento musical incluido. Nos recibió un alcalde próximo a la jubilación con una peluca muy graciosa, un Rambo equipado con una pistola de agua gigante de sus hijos pequeños, unos cincuenta Denny Suco y varios millones de piratas.

Tal fue nuestra originalidad que acabamos recibiendo el segundo premio al mejor grupo (por detrás de unos piratas que habían reconvertido una bañera con ruedas en barco) y hasta salimos en los periódicos locales. Con qué poco se conforma una.

El final de la fiesta (para mí) lo anunció el momento en que una amiga y yo dejamos de observar a los presentes y de bailar y pasamos a preocuparnos por quien iba a limpiar todo ese destrozo al día siguiente. Nos hacemos mayores. O se nota que tenemos hijos y más cosas que limpiar.

En resumen, para haber sido mi primera fiesta social desde que vivimos aquí, estuvo más que bien, pude conocer a más gente del pueblo y observar a otros en su estado natural, y ya tengo hasta ganas de repetir el año próximo. La próxima cita, de momento, es la fiesta de disfraces para niños del próximo fin de semana. A ver quién es el valiente que recoge después todo eso.

La embajada de España en Austria

Si hace unos días os enseñaba dónde se encuentra el Consulado español en Salzburgo, hoy os quiero mostrar la Embajada española en Viena, por si alguien no la conoce o tiene que ir por primera vez y quiere ver una foto del edificio. Sería esta:

En un día de lluvia, aunque también luce el sol a su alrededor.

Se encuentra en la Argentinierstrasse 34, 1040 Viena y, lo bueno de este lugar es que, para aquellos que no residimos en Viena, existe la opción de desplazarse hasta allí tanto empleando el transporte público como un vehículo privado, ya que bajando esa misma calle, a mano derecha, hay un parking cubierto – si es que no quedan aparcamientos libres en la propia calle.

Para llegar allí mediante el transporte público, la web de la Embajda hace la siguiente recomendación:

  • Metro:  línea U1 (paradas «Taubstummengasse» o «Südtiroler Platz»)
  • Autobús: línea 13A (parada «Belvederegasse» o «Argentinierstrasse»)
  • Tranvía: línea D (parada «Schloss Belvedere»)
  • Tren​: parada «Südtiroler Platz» o «Südbahnhof» (actual «Hauptbahnhof»)​

Es importante averiguar en primer lugar si, para llevar a cabo el trámite que requerimos, se puede acudir sin cita previa o si, por el contrario, es preciso reservar una cita. No vayamos a darnos el paseo o viaje en balde.

¿Y cuál es la diferencia entre Embajada y Consulado? La Embajada es el organismo de máxima autoridad de un país en otro Estado. Ejerce funciones diplomáticas y de representación, además de llevar a cabo determinados trámites para los ciudadanos que tienen ese país de origen. Si bien suele ser común que sólo exista una Embajada en cada país, puede haber varios consulados repartidos en distintas regiones, y éstos desempeñan otro tipo de funciones de asistencia y atención, además del trámite de otra clase de documentos.

Si alguien desea añadir algún otro dato o curiosidad sobre la Embajada, ¡le invito a hacerlo bajo estas líneas!

El consulado honorario de España en Salzburgo

Hace unos años os contaba que el consulado español se encontraba en un club de golf en medio de un campo en una localidad llamada Henndorf. Pues bien, la por aquél entonces mujer encargada de estas labores se retiró a mediados de 2018 del servicio a nuestra patria y dio paso a la nueva cónsul honoraria, Doña Ana de Timoteo, una mujer encantadora que, además, nos ha acercado los trámites a todos al trasladar la sede del Consulado a la ciudad de Salzburgo.

Ésta se localiza ahora en la Erzabt-Klotz-Straße 21A y ofrece la ventaja de poder llegar allí a través del transporte público o, si se prefiere o requiere, también en coche, ya que dispone de un aparcamiento para visitantes al lado del edificio. Podéis observar el aspecto que tiene el mismo bajo estas líneas.

Para obtener más información relativa a los datos y la forma de contactar con el Consulado, os dejo aquí el enlace del Ministerio de Asuntos exteriores.

Algunos de los trámites que se pueden realizar aquí os los he ido contando a lo largo de varias entradas. No obstante, os recomiendo consultar este último enlace para obtener toda la información actualizada que existe sobre el tema.

¡Felices fiestas! Aunque escriba poco, os sigo leyendo, sigo buscando tiempo para contaros más historias y ¡prometo hacerlo! Pero por ahora, os deseo a todos lo mejor en estos días.

Dienteaventuras

Con el tiempo se ha visto que el coronavirus ha venido acompañado de unas cuantas cosas; la mayoría de ellas nuevas, algunas malas, otras no tanto, y también las hay de las que deberíamos haber aprendido algo. Lo que a mí me trajo la pandemia y el primer confinamiento fue un diente casi partido al caerse una taza del armario y una muela del juicio. No sé cuál de los dos regalos me gusta menos.

Ahora, después de dos años, mi nueva muela ha decidido que quiere salir y ver mundo, cueste lo que cueste. Y a mí me estaba costando unos dolores de cabeza horribles, así que esta semana por fin me he decidido y la he dejado en libertad.

Para ello, tuve que buscar en primer lugar un dentista, ya que aún a estas alturas yo sigo volviendo al mío en España siempre que estoy de visita. Sin embargo, esta vez no podía esperar tanto y acudí a la doctora a la que va el Cocinero alemán. En cuestión de media hora ya había entrado, me habían hecho una radiografía, me habían preguntado si quería que me sacaran la muela ese mismo día y ésta ya estaba fuera. Así, sin más. Bueno, a cambio de 200€, ya que era un dentista privado.

Lo bueno que tiene este país es que, en estos casos, se puede enviar por correo la factura del doctor, a la que se le añade nuestro número de cuenta, y en un tiempo razonable se recibe una parte de ese dinero de vuelta. Y quien dice por correo dice también a través de una aplicación de la seguridad social que sirve, entre otras cosas, para eso, y la cual sólo puedo recomendar encarecidamente.

Así que, en resumen, mi muela se salió con la suya y yo me quité un peso de encima. Todo ventajas.

¡Feliz feliz aniversario!

Justo hoy hace dos años que me casé. ¡Ah! ¡Espera! Que nunca llegué a escribir sobre aquello… Pues habrá que retroceder un poco en el tiempo…

Allá por el año 2019, en una acción bastante poco impresionante y carente por completo de romanticismo, pero no por ello falta de sorpresa, el Cocinero alemán me preguntó si quería casarme con él. Mi respuesta fue: «pero no quiero una boda grande».

Pasaron los meses y comenzamos a organizar cosas. Yo me apunté a esa web donde te recuerda cada día cuánto queda para la gran fecha, cuándo hay que reservar cada cosa, etc., y nos dedicamos a escribir una lista de invitados que no paraba de crecer y crecer.

En el camino de esa aventura nos topamos con la burocracia, esa vieja conocida mía. Nuestra idea original era casarnos por lo grande en septiembre de 2020, y la boda civil queríamos hacerla antes de esa fecha, nos daba igual que fuera un día o un mes antes… Simplemente, cuando estuviera el papeleo preparado. Ahora bien, en ningún caso con una diferencia mayor de seis meses entre ambas fechas, porque, si no, la documentación pierde su validez. Así que en enero nos pusimos a ello.

La funcionaria de nuestro ayuntamiento nos ayudó en todo el proceso. Lo que a nosotros nos pidió fue lo siguiente:

  • Documento de identidad. Ella nos hizo las copias correspondientes, pero a lo mejor hay quienes no tienen tiempo o ganas, por lo que siempre es aconsejable llevarlas, por si acaso.
  • Meldezettel de ambos, para comprobar nuestro lugar de residencia.
  • Certificado de nacimiento, que en mi caso tuve que mandar traducir (con traducción jurada) por aquello del idioma, aparte de presentar también el original, a pesar de que ella no entendía nada.
  • La llamada Ehefähigkeitsurkunde, o, como se llama en España, certificado de capacidad matrimonial, que sirve para demostrar que se está soltero y por lo tanto se puede uno casar.

Este último punto fue en un caso fácil y en el otro más complicado. A la hora de obtener la documentación del Cocinero alemán, la funcionaria se encargó personalmente de ello, dado que entre las administraciones de estos dos países existen acuerdos para ello. En el caso español, nos costó un poco más…

Primero tuve que informarme a través de la Embajada de España en Viena sobre cuáles eran los pasos a seguir. El primero de todos ellos fue tramitar la solicitud del certificado de capacidad matrimonial, para lo cual es necesario rellenar un formulario que se puede descargar en este enlace, y al cual hay que acompañar de una serie de documentación, básicamente la misma que me pidieron en mi ayuntamiento. Todo ello se remite por correo electrónico y, si no falta ningún documento, se tardan aproximadamente ocho semanas hasta que se puede dar el siguiente paso.

En nuestro caso, ese trámite se alargó algo más de la cuenta, ya que en esa fecha comenzó el confinamiento debido al coronavirus, y como el mundo entero se paró, así también lo hizo nuestra solicitud.

En el mes de mayo recibimos por fin confirmación de que todo estaba en orden y, por lo tanto, podíamos concertar una cita presencial en la Embajada para ratificar nuestra solicitud y presentar los originales de los documentos enviados previamente.

Ya había oído a algunas personas comentar que dicha entrevista se hacía a ambos contrayentes por separado, como en las películas, para comprobar que no se trata de un matrimonio de conveniencia. En nuestro caso, las tres horas de viaje hasta allí (más las otras tres de vuelta) se redujeron a una entrevista conjunta de media hora de duración; ya que habían visto que llevábamos años compartiendo dirección y, además, hay un retoño en común.

Nos dijeron, también, que teníamos que dejar pasar creo que 48 horas o algo así (del tiempo exacto ya no me acuerdo bien), en el cual se haría pública nuestra intención de casarnos, en caso de que alguien tuviera algo que objetar en contra de ese matrimonio. Y, después, si no había quejas, ya recibiríamos mi certificado, que nuestro ayuntamiento aún seguía necesitando.

Con todo esto llegamos ya al mes de junio y solamente teníamos hasta primeros de julio si queríamos hacer la boda civil antes de que acabaran los seis meses de plazo. De lo contrario, habría que repetir todo el proceso desde el principio, visita a la Embajada incluida.

A últimos de junio por fin recibimos toda la documentación, y acordamos una cita para la boda con la funcionaria: el siguiente sábado, que era el último de mes, y que cayó en tal día como hoy. Es decir, no elegimos la fecha para conmemorar algo especial, sino porque era la última opción que nos quedaba.

A pesar de que fue una boda en la que solamente estuvimos nosotros tres presentes más dos amigos, yo me quise atener a la regla esa que cuentan por ahí y llevé algo nuevo (los zapatos, que en teoría iban a ser para la boda grande), algo viejo (el vestido, que ya había intentado usar sin éxito para dos bodas anteriores), algo azul (las uñas de los pies, ya que el vestido era verde y no conjuntaba muy bien) y algo prestado (la pulsera de una amiga). Yo lloré, como me pasa en todas las bodas, firmamos, nos fuimos a comer y a las dos estábamos de vuelta en casa para la siesta de Monete.

A la Embajada tuvimos que enviar posteriormente una copia del certificado de matrimonio y el libro de familia que ya teníamos para que inscribieran el acontecimiento.

Y esto fue todo en realidad. La boda grande la tuvimos que aplazar, ya que por motivos sanitarios no podían hacerse grandes celebraciones… Y al año siguiente cuando parecía que la cosa iba algo mejor resultó que no lo era del todo y, ante varias bajas importantes y algo de inseguridad respecto a las medidas sanitarias, decidimos dejarlo como estaba. Y no, ya no va a haber boda grande, porque a mí, después de dos intentos, ya no me apetece volver a empezar con los preparativos y porque, aunque no pudiera venir nadie de la familia por lo precipitado de la fecha, en realidad tuve la boda pequeña que yo quería.

Fin.

PD. Si alguien necesita información más oficial que la que yo pueda aportar, aquí está todo incluido.