Los españolitos hacemos por una vez…

…algo a la vez… Me encanta escuchar esa canción de Mecano cuando está acabando el año. Me recuerda a España, y a las tradiciones, y a mi infancia… ¡Creo que me estoy haciendo mayor!

También me recuerda a los propósitos de año nuevo que al final nunca me da tiempo a cumplir, como por ejemplo escribir más a menudo por aquí. Siempre lo intento, y siempre pasa algo entre medias, y siempre pasan los días… Supongo que volveré a intentarlo, Monete ya tiene seis años y no necesita tantos cuidados como para no permitirme pasarme por aquí más a menudo. ¡Aunque no prometo nada! Y ahora un secreto: mi propósito para el año 2024 es aprender griego. También me gustaría aprender ruso, pero de griego ya tengo cosas en casa, a lo mejor me animo más fácilmente.

Y hablando de idiomas: desde la semana pasada yo también formo parte del propósito de nuevo año de mi cuñada, y estoy intentando enseñarle español. Lo cual no es en absoluto sencillo, porque cosas que yo creo que serían fáciles de entender requieren de otros conocimientos previos y al final es un lío decidir por dónde empiezo y cuáles son los siguientes pasos. Ya le he dicho que si el experimento no sale bien, siempre tiene tiempo de buscar (y pagar) una academia o clases con un profesor de verdad. A ver cómo acaba esto.

Lo que sí sé es cómo acabará el día de hoy… Bueno, no sé si en casa de unos amigos o en la nuestra, eso lo decidirá Monete sobre la marcha, pero en cualquier caso yo sigo fielmente la tradición de las uvas y allá donde voy o desde donde sea que vengan nuestros invitados, aquí se comen las uvas a las 12 viendo a Ramón García. Siempre les parece una tradición graciosa y acabamos riéndonos mucho. Y una amiga que ya lleva repitiendo cuatro años se ha convertido en una auténtica profesional.

¿Y vosotros, qué vais a hacer en Nochevieja? ¿Tenéis también algún propósito para el próximo año? ¿O alguna idea, aunque luego no dé tiempo a cumplirla?

Os deseo a todos feliz salida y entrada de año, o como se dice en alemán: einen guten Rutsch! (= ¡Un buen resbalón!).

¡Felices fiestas! Aunque escriba poco, os sigo leyendo, sigo buscando tiempo para contaros más historias y ¡prometo hacerlo! Pero por ahora, os deseo a todos lo mejor en estos días.

Érase una vez… Un año nuevo

Os leo. Creedme que me encanta seguir recibiendo comentarios, emails y preguntas, aunque ya no responda tan deprisa como lo hacía cuando empecé con este blog. Las obligaciones familiares son lo que tienen.

Todos los años me propongo retomar el blog y volver a escribir cada vez un poco más. Pero, ¿qué contar, si en estos tiempos de pandemia uno no puede hacer gran cosa? Ahora que Monete ya está en edad de descubrir un poco más el mundo y de poder pasar más tiempo cada vez más lejos de casa, hay que pasar por controles, cuarentenas y vacunas para mantener una cierta normalidad.

Pero no venía aquí a hablar de eso – ese tema ya me aburre demasiado -, sino a hacer propósito de enmienda y a contaros (al que le interese) cómo hemos pasado las navidades.

Aunque el 24 de diciembre siempre lo he concebido como un día para estar con toda la familia, desde que Monete llegó a nuesttas vidas hacemos cena familiar nosotros tres. Como cada año, cenamos una sopa cuyo nombre olvido siempre al cabo de cinco minutos desde que el Cocinero alemán me lo explica, y que lleva lo que cada uno de nosotros le quiera echar: Monete sólo quiere Backerbsen (una especie de garbanzos que están huecos por dentro y ni siquiera son legumbres), yo me conformo con fideos (aquí son más largos que en España, pero haberlos, haylos) y salchichas cortadas chiquititas; y el Cocinero alemán echa todo eso y alguna que otra cosa más. Después de cenar, siempre aprovechamos para lavarnos los dientes y justo en ese momento, mira tú por dónde, viene el Christkind con sus regalos y nos lo perdemos en persona.

El día 25 hicimos cena familiar (con la parte alemana) aquí en casa. Al Cocinero alemán le apetecía cocinar para su familia, y oye… Si no hay que ir muy lejos y yo no tengo que preparar la cena ¡me apunto! ¡Y había otra vez regalos! ¡Estupendo!

La sorpresa de este año nos la llevamos en Nochevieja. Como cada año, invitamos a dos amigos a venir a cenar y a tomarse las uvas, tradición que yo personalmente voy expandiendo allá por donde vaya en este país. Pero este año ampliamos la invitación a la mejor amiga de Monete y su familia. Ellos no llegaron a las uvas, pero el resto sí… ¡También Monete! Que no quiso comerse sus propias uvas, aunque sí ayudarme a mí con las mías. El problema es que era su primera vez y aquello iba tan rápido, que cuando consiguió darme una uva a tiempo era ya la última. El próximo año, si aguanta, le doy 6 lacasitos de esos chiquititos de la marca que hay aquí y le enseño quién es Ramón García, si es que él también repite y yo consigo sintonizarle.

El día de Reyes aún no está tan interiorizado porque el resto de amiguitos no lo celebra y, por lo tanto, soy yo la única que habla de ese día, pero no por ello lo celebramos con la misma ilusión, viendo la cabalgata por el canal internacional y esperando dos horas el día 6 a que se despertaran los pajes españoles para hacer una videollamada.

Y, así a lo tonto, ya llevamos más de una semana en este 2022. Aún no ha llegado otra Filomena, ni los americanos han asaltado ningún organismo oficial, pero oye… ¡Aún hay tiempo!

Os deseo lo mejor para este nuevo año y ¡Os sigo leyendo!

La Navidad en Austria

En esta parte del mundo, hay quienes celebran Nochebuena por lo grande, con toda la familia. También hay quienes, como viene siendo tradición en mi familia política, la celebran de una forma más reducida, es decir: aquellos que tienen hijos y por lo tanto una familia propia, lo celebran en su casa. Por este motivo, gracias a Monete, este año volvemos a ser tres, con la novedad de que ya se puede desplazar y mi misión será proteger las partes bajas del árbol de sus intentos de ataque.

Sea como fuere, aquí se le concede mucha importancia a todo este día, ¡ya que además hoy el Christkind trae los regalos! Y quien dice Christkind dice Niño Jesús, el cual por lo visto no tiene nada mejor que hacer en su cumpleaños que regalar cosas a otros niños. Y montar (o al menos decorar) los árboles de Navidad que cada uno tiene en su casa. Menudo plan.

Para dejarle hacer su trabajo, una de las dos figuras paternas se encarga de salir a pasear con los churumbeles por la tarde mientras el otro se queda en casa para abrirle la puerta al pobre Niño y que éste pueda hacer su trabajo. Yo me iba a pedir lo de salir de paseo, no vaya a ser que cuando viniera se pusiera a hablar en dialecto y no me enterase de qué quería de mí. Y así de paso nos daba el aire – o la lluvia, que todo iba a ser posible. Al final, se ha decantado el cielo por la lluvia, así que hemos cambiado «paseo» por «planta de arriba» y, al menos de momento, ha colado.

No es que Monete haya aún terminado de entender de qué va toda esta historia… De hecho, le han gustado más los lazos de los regalos – o el mando a distancia de la tele – que los regalos en sí, de ahí el que las cosas que le ha traído el Niño Jesús hayan sido todo un acierto: ningún juguete, sólo libros. Que de esos nunca se tiene suficiente.

Tanto si celebráis estas fiestas por todo lo alto como si lo hacéis con vuestra familia y amigos más cercanos, os deseo todo lo mejor y un 2019 lleno de salud y, sobre todo, de humor. ¡Felices fiestas!

Se acerca la navidad

Se nota en el ambiente. Ya está aquí. La nieve… Los puestos navideños… Las galletas caseras… Los anuncios de la tele llenos de chimeneas y velas… Las conversaciones de la gente sobre compras, compras y más compras… Los adornos inundándolo todo, incluso los pasillos del hospital… Que, por cierto, lo han dejado muy bien decorado. Incluso han colocado un abeto gigante (y real, no de plástico) en la sala de las visitas.

Hasta ahora, la televisión, una ventana al mundo exterior y esporádicos paseos eran mi medio de comunicación con esta época del año.

Ahora, por fin, el esperar se va a acabar. ¡Monete y yo vamos a casa! Iba a decir volvemos, pero en su caso no ha habido aún una primera vez desde que vio la luz del mundo. Próximo capítulo: su adaptación a casa y comprobación de si le gusta el castillo que decora su habitación.

¡Felices fiestas!

Minientrada

Vuelve, a casa vuelve

El año pasado conseguí ir cuatro días seguidos a España por navidad. Y este año decidí que en lugar de ser cuatro tenía que ser por lo menos una semana, aunque fuera en Nochevieja. Y me pedí las vacaciones. Y, con un poco de esfuerzo, me las concedieron. Y luego me ascendieron. Y me cancelaron esa semana de vacaciones. Ahora soy jefecilla y hay cosas que tengo que supervisar yo sola determinados días. ¿Qué se le va a hacer? Mi gozo en un pozo.

¿O… tal vez no? Sigue leyendo

El cascanueces

Recuerdo haber ido una vez a ver ballet. Fue en Madrid. Hace ya una eternidad. Recuerdo que las entradas que recibí, que fueron un regalo, eran tan horribles que nos tocó sentarnos casi atrás del todo y prácticamente detrás de una columna. Eso, sumado al hecho de que llevaba varios días descansando poco por el trabajo y la universidad, hicieron que casi a la mitad de la pieza empezara a notar un sueñecillo. ¡Qué vergüenza!

Nunca logré resarcirme de aquel sentimiento de malestar. Sin embargo, hace poco recibí una nueva propuesta: entradas para ir a ver de nuevo el ballet, esta vez en Salzburgo. ¿Quién puede rechazar una oferta así?

Además, por suerte para mí, se trataba exactamente de la misma obra: El cascanueces, en alemán Der Nussknacker. Y, lo mejor de todo es que, como el ballet consiste precisamente en eso, en bailar, no es necesario conocer un idioma en particular para entender la obra. Sigue leyendo

¡Adiós, 2015! ¡Hola, 2016!

Hola, amigos de las lecturas online. ¡Bienvenidos a 2016! ¡Y feliz año! Porque yo felicito las festividades cuando mejor me parece. Como diría el refrán: más vale tarde que ciento volando, ¿no? Pues eso.

Me gustaría, en primer lugar, pedir disculpas por no haberme manifestado a lo largo de todo un mes. En mi defensa diré que había causas mayores: bastante trabajo (no excesivo, pero sí lo suficientemente agotador como para llegar a casa y querer pasar el resto mi vida tirada en el sofá), navidades con sus comilonas, su turrón (como es debido) y su viajes… Porque, sí, este año he logrado pasar Nochebuena en Madrid, con la familia. La última vez que se alinearon varias constelaciones y otras tantas galaxias para que eso ocurriera con la mayor normalidad del mundo fue el año 2011. Así que creo que estoy perdonada, ¿verdad? 🙂

Estas fiestas también han sido especiales porque he conseguido que el Cocinero alemán se siente conmigo delante de la tele a ver a Ramón García mientras nos comemos las uvas los tres juntos. ¡Y le ha gustado! Así que me apunto otra tradición más que tenemos que mantener…

Y así es como acabó el año. Un año que, por cierto, pasó muy deprisa. Yo creo que cuanto mayor me voy haciendo, más rápido transcurre el tiempo. Debería analizarlo.

Por otro lado, me acabo de dar cuenta de que estamos ya a mediados de enero y no os he contado aún cuáles son mis propósitos para el 2016. ¡Qué catástrofe! Ahí va mi lista:

  1. Analizar por qué el tiempo cada vez transcurre más deprisa (esto acabo de añadirlo).
  2. Apuntarme al gimnasio. La intención es real, solamente necesito un empujoncito más y que deje de llover cada vez que intento llevar este plan a la práctica, porque si llueve me da pereza salir de casa para eso, no os voy a mentir.
  3. Ir a tres bodas. Esto, más que una intención, es una realidad.
  4. Asistir al nacimiento de mi primer sobrin@. ¡Sí! ¡Voy a ser tía!
  5. Recibir visitas de varias partes del universo y más allá.
  6. Hacer yo misma viajes, entre ellos varios a Madrid.
  7. Poder contaros alguna novedad respecto al trabajo (cuando llegue el momento).
  8. Contaros, en general, más cosas. Así que, si a alguien le apetece que escriba sobre algo en particular, no tiene más que pedirlo. ¡Invitados quedáis!

Os deseo a todos un buen año lleno de felicidad y, sobre todo, de buen humor.