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Memorias de Viena

Yo tenía una granja en África.

Ah no, no… espera… No era en África, es en Viena. Y, ahora que lo pienso, tampoco es una granja, es un amigo… Por elección propia de este amigo, único al que he dejado elegir su nombre en este blog, le voy a llamar Jerónimo.

La historia de este viaje dentro de un viaje se remonta al fin de semana pasado, momento en que el Austriaco colgó el calendario semanal de trabajo en la cocina y descubrí que tenía libres la tarde del miércoles y todo el jueves y el viernes. Así que pensé: ¿cuál de mis conocidos vive más lejos dentro de este país? Y el ganador por goleada fue Jerónimo, mi amigo geógrafo que se encuentra en Viena terminando su tesis.

Este viaje procuré prepararlo relativamente mejor que el de Salzburgo, ya que no quería perder otra hora de mi vida dedicándola a pasear por calles desconocidas hasta dar con una librería en la que poder comprar un mapa. De esta forma, el martes a mediodía reservé la habitación del hotel en el barrio donde Jerónimo vive provisionalmente, el miércoles compré el billete hasta mi destino en la ventanilla de la estación de trenes de mi pueblo (para evitar liarme con los transbordos) y cuando llegué a Salzburgo para cambiar de tren compré una guía de Viena, en la misma tienda en la que habría podido comprar la guía de Salzburgo de haber sabido que ese sitio estaba ahí… Sí. ¡Bien hecho María!

Nota mental para todos: si alguien pasa por el Hauptbahnhof (= estación central de trenes) de Salzburgo, que se fije en el pasillo central de abajo: a un lado se pueden comprar los billetes de tren (dentro de una cristalera), y justo enfrente hay un Spar, un «estanco» (estilo austriaco) y esta tienda de libros en la que venden guías de todo tipo. No perdáis tanto tiempo como yo. Gracias.

El camino tiene una duración de 3 horas y media, de las cuales pasé la mayor parte luchando contra el sueño que tenía después del madrugón de esa misma mañana. Lo típico: ¿y por qué no me eché la siesta en el tren? Pues porque estaba recorriendo un país casi del todo desconocido para mí de punta a punta, y el tren tenía destino en Budapest… Creo que por ahora no necesito cruzar muchas más fronteras… De momento…

En esta ocasión, quiero sustituir la típica descripción cronológica de los hechos por otra de carácter temático. Allá voy:

Viena cultural.

Jerónimo, como buen geógrafo que es, me ha estado enseñando el casco histórico de Viena, en el que se encuentran maravillas tales como:

Stephansdom / Catedral de San Esteban

Stephansdom / Catedral de San Esteban

Vista de noche presenta una imagen bastante diferente del modo en que se ve de día pero, dado que el cielo ha estado siempre nublado los días que he estado allí, esta foto me parece bastante más original que las demás.

Spanische Hofreitschule

Spanische Hofreitschule

Biblioteca Nacional de Viena

Biblioteca Nacional de Viena

Secesión de Viena / Sezessionsstil

Secesión de Viena / Sezessionsstil

El hecho de que prácticamente todas las fotos estén tomadas de noche se debe a que es cuando más rato libre hemos tenido para patearnos la ciudad y ver monumentos. Sí, digo ver y no visitar porque, de todo lo anterior, no he llegado a entrar en ningún sitio, precisamente por lo tarde que llevábamos a cabo nuestros recorridos. Pero no importa; Viena de noche es una ciudad preciosa, tranquila… muy fría, sí, pero merece la pena.

Gracias por la visita Jerónimo, me has ahorrado utilizar mi guía y mapas y una posible congelación intensa de mis manos, todo a costa de las tuyas. Eres un buen amigo.

Algo más alejado del centro se encuentra el Schloß Schönbrunn, del cual sólo tengo imágenes del exterior:

Schloß Schönbrunn

Schloß Schönbrunn

A pesar de que fue el único lugar importante de toda Viena donde sí he entrado. La cuestión es que dentro está prohibido hacer fotografías o grabar vídeos, y por deformación formativa o profesional (como quiera llamarse) siempre respeto esas normas en los museos o palacios que visito. Creo que es importante que se sepa algo: hay varios tipos de entradas para el Schloß, a destacar dos: la que se llama Imperial Tour, y la que se conoce como Grand Tour. La diferencia entre ambas reside en la cantidad de salas que se pueden ver, lo cual implica cambios en el tiempo de la visita y en el precio de la misma:

  • Imperial Tour: se pueden ver creo que 20 y algo habitaciones, el recorrido dura poco más de media hora, y tiene un precio de 10,50 euros para adultos.
  • Grand Tour: se ven alrededor de 40 espacios en un total de casi una hora, y cuesta 13,50.

Sí, por supuesto, lo habéis averiguado, yo hice el Grand Tour. Son sólo 3 euros de diferencia y se pueden ver maravillas impresionantes. La verdad es que la visita me resultó incluso corta, y bastante más interesante que el Palacio Real de Madrid, por ejemplo, aunque eso puede deberse a que este último lo he visitado ya demasiadas veces…

Pero no todo en Viena son cosas bonitas… El hotel donde me he alojado:

Hotel en el barrio de Pratestern

Hotel en el barrio de Pratestern

era el más barato que he encontrado, costaba unos 22 euros la noche con desayuno incluido y la habitación era realmente grande. Sin embargo, en los alrededores se encuentran barrios fantasmas o, mejor dicho, un «parque de atracciones» que consta de varias norias y divertimentos, todos ellos cerrados, pero alrededor de los cuales se puede pasear, siempre y cuando uno no le tenga miedo a la oscuridad:

Pratestern

Pratestern

Porque la desolación que se ve en esa foto parece ser lo habitual de la zona…

Viena bajo tierra.

Tanto Jerónimo como yo estamos de acuerdo en algo: el transporte suburbano vienés nos lleva años luz de ventaja. Mis disculpas públicas para quien me lea de la correspondiente empresa de transporte público en España, pero tengo que decirlo. Los precios del metro de Viena son realmente asequibles si se tiene en cuenta la calidad del servicio: los trenes pasan a la hora que está indicada en los paneles, no se ve suciedad ni en andenes ni en trenes (ni tampoco papeleras, o yo no las he visto), los recorridos son rapidísimos, está permitido viajar con animales (atados solamente con una correa) y con bicicletas a cualquier hora del día…

Pero lo que más me ha sorprendido es el tema de los billetes, de los que tengo dos anécdotas que contar. La primera tuvo lugar el miércoles, cuando llegué a la Westbahnhof (= estación occidental), desde donde tenía que tomar el tren hasta Pratestern. Tardé algo de tiempo en entender el tipo de billete que necesitaba, puesto que no era capaz de descifrar el plano de las coronas (y, por consiguiente, de los precios) de esta red de transporte. Y, cuando ya estaba a punto de comprar mi típico billete sencillo de turista novata que no quiere arriesgarse a comprar un billete de varios viajes por si acaso, se me acercó un chico y me regaló un billete de 24 horas que decía que un amigo suyo ya no necesitaba. Yo creía que estaba de broma, pero no, el billete me sirvió hasta la hora del día siguiente que me dijo este chico. Cuando volví ayer para casa pensé en hacer lo mismo cuando llegara a esta estación para devolverle el Karma a algún otro turista como yo, pero como iba entretenida con el móvil, se me olvidó. Puede que de ahí vengan otras cosas que pasaron después.

En fin, anécdota número 1: contada. Anécdota número 2, o «cómo hacer el palurdo con un billete de 24 horas». Mirad esta foto:

Billete de 24h

Billete de 24h

Si os fijáis a la derecha, se ve una mancha borrosa azul de letras y números. Bien, ahí es donde está el error, no busquéis más. Para quien no lo sepa, los billetes de 24 horas del metro de Viena se validan una única vez la primera vez que se utilizan, y no cada vez que se accede a una estación, tal como yo pensaba… Gracias, Jerónimo, por explicármelo. Espero que recuerdes siempre con cariño lo que te reíste a mi costa cuando viste lo que estaba haciendo.

Viena gastronómica.

Y, cómo no, ya que iba a Viena tenía que probar comida típica de allí. Hemos comido en un restaurante cuyo nombre veréis en la siguiente foto:

Restaurante (insertar nombre)

Restaurante (insertar nombre)

en el que me resultó curioso que los cubiertos y las servilletas estuvieran metidos dentro de una jarra, de la que cada uno coge lo que necesite. Según Jerónimo es algo habitual tanto en Austria como en Alemania… Creo que no he visto tanto mundo como pensaba.

Allí probamos la comida típica austriaca, a saber: Wiener Schnitzel:

Wiener Schnitzel

Wiener Schnitzel

Aunque más bien eran tres filetes para cada uno, con su correspondiente tonelada de patatas por cabeza… A ello le sumamos un plato gigante de Kaiserschmarren para los dos (porque el señor del restaurante nos recomendó que no pidiéramos dos, que con uno íbamos a tener de sobra) y el resultado es que al día siguiente seguíamos sin tener prácticamente nada de hambre.

Pero era necesario probar otro plato típico: la tarta Sacher:

Tarta Sacher

Tarta Sacher

Pido disculpas a quien sé que no le va a gustar mi opinión, pero tengo que ser franca: a mí esta tarta no me gusta. Espero que sea cosa de que justamente la que yo he probado de la cafetería en la que la he probado no sea la mejor, pero el sabor, a pesar de mi afición por el chocolate y los dulces en general, no me gusta.

Lo que sí me ha gustado son los cafés; todos los que he probado estaban riquísimos y eso que, como dice Jerónimo, Austria no se caracteriza por ser una potencia mundial en lo que a producción de café se refiere… Aunque quienes lo hayáis probado, estaréis conmigo en que cada café tiene su toque personal, y no por ello ninguno deja de estar riquísimo.

Y hablando de cafés, y no me refiero solamente a la bebida… Jerónimo quiso hacer su contribución a este blog presentándome un café en el que descubrimos un secreto de la física que aún no hemos sido capaces de resolver:

Café con sorpresa

Café con sorpresa

Al margen del sitio, que es precioso, con música de piano en directo, paredes revestidas de madera, etc., el encanto de este sitio reside en las puertas de los baños. Cuando se entra, se puede observar que la puerta de cada uno de los retretes es transparente, por lo que se piensa: yo ahí no paso, me va a ver todo el mundo. Sin embargo, el truco es precisamente ése: pasar y cerrar la puerta con llave. Sólo entonces se puede ver cómo el cristal transparente deja de serlo, adquiriendo un tono entre verdoso y azulado y además opaco, de manera que nadie puede verte desde fuera. Me parece un sistema de lo más útil teniendo en cuenta la de tiempo que se pierde en los baños «normales» intentando averiguar cuál de todas las puertas está ocupada o no. Por cierto, si pasa por aquí algún físico o químico, que me explique por qué una puerta transparente se vuelve verde. Gracias.

Y hasta aquí mi viaje, lo más resumido posible. Tras haber andado más que en mucho tiempo y haber comprado algún que otro souvenir de recuerdo para la familia, tocaba volver a casa. Pero no sin antes hacerme el mayor de los regalos que podría haber deseado nunca jamás. Algo que creo que me merezco, porque este año me he portado muy bien, y que para mí resulta de vital importancia y que no he dejado de mirar fijamente desde que lo compré ayer:

Maleta nueva

Maleta nueva

¡Una maleta nueva! He intentado hacer una hoguera con la vieja, pero me parecía excesivo teniendo en cuenta que el humo podría haberse visto en varios kilómetros a la redonda y que, por otra parte, tan sólo tengo tres mecheros en mi habitación. No me parecen suficientes. Pero el momento en que la maleta vieja ha caído en el contenedor de basura normal (ni me he molestado en reciclarla) he sentido una gran liberación, de repente el mundo se ha convertido en un lugar más hermoso y lo viejo ha dado paso a una belleza roja como la que tengo ahora en mi cuarto, llena de las cosas que me he traído y que no utilizo. Insertar: suspiro de satisfacción.

21 comentarios en “Memorias de Viena

  1. Mamen dijo:

    Te puedes creer que yo tsmbién estuve JUSTAMENTE en ese café y que aluciné como tu, ajjajaajja, que bueno. Si miras mi facebook tengo un foto en la cafetería,jejejeje. Si es que nuestros destinos tienen algo que ver. Besos, ya veo que lo has pasado muy bien.

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    • Esto es el destino, claramente. ¡Ahora sólo tú podrás entender lo alucinante del momento en que se ven esas puertas! Bueno, tú y Jerónimo, que si no llega a ser por él, ni las veo…

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  2. May May dijo:

    No me ha terminado de quedar muy claro lo del billete de 24 horas… si, soy lerda.
    Por qué no hay foto de la puerta transparente-verde? Como mola!!
    El suburbano in here es una full vayas donde vayas y lo diga quien lo diga…
    En fín, que me acabo de leer 3 o 4 posts que tenía retrasados por mi falta de tiempo y que me encanta leer lo que escribes y como lo escribes… Ich liebe dich! Muá!

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    • Uy por favor, ¡que me ruborizo! ¡Gracias May May!
      Lo del billete de 24 horas es tan sencillo como: se valida la primera vez que entras al metro, y dura 24 horas exactas, pero no hace falta que lo vuelvas a pasar por los tornos cada vez que quieres entrar. Eso es precisamente lo que yo hice (por falta de conocimiento), e incluso llegué a salirme del metro en un recorrido porque me sentía mal pensando que se me había olvidado validarlo y que lo mismo me ponían una multa… ¡Vaya una española! Ja ja ja
      Pues no hay foto de la puerta verde-transparente por una razón muy sencilla, y es que yo no sabía lo que me iba a encontrar en el baño… Jerónimo sólo me dijo que quería hacer una aportación al blog y que era necesario que entrara al baño y cerrara la puerta con pestillo. Si lo llego a saber antes… ¡Para que luego me diga él mismo que hago fotos absurdas! 🙂
      Gracias de nuevo por perder un ratito de tu tiempo leyéndome guapísima 🙂

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  3. PiN dijo:

    Se llama vidrio electrocrómico o inteligente. Están formados por dos capas de cristal normal entre las cuales se insertan otras capas de otros materiales transparentes y cuya característica principal a grandes rasgos es que al aplicarle una pequeña corriente eléctrica se produce una reacción química en las capas internas que «tiñen» el material y se vuelven opacos. Cuando cierras el cerrojo de la puerta «enciendes» un interruptor que suministra la corriente eléctrica necesaria a las láminas centrales para que se vuelvan opacas, y cuando vuelves a abrirla la corriente eléctrica cesa y el material vuelve a su estado original. 😉

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    • ¡Eh! ¿Qué os parece? ¡¡Os presento a mi hermana señores!! ¡¡Pero qué inteligente que es mi niña, por el amor de un dios!! Y qué fácil haces que resulte entender por qué las puertas cambian de colores. ¡GRACIAS PIN!

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  4. Jerónimo dijo:

    Hola Mary!!

    Muchas gracias a tí por la visita!! Me lo pasé muy bien.
    Prometo devolverte la visita antes de irme.
    Un beso enorme!!

    Jerónimo XDD

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    • No tienes que darme las gracias, ¡me lo pasé en grande! Y descubrí que no siempre me va a hacer falta comprarme uno o varios mapas para perderme tranquilamente por las calles de una ciudad 🙂 ¡¡Gracias por hacer de guía!!
      Ya sabes que serás bien recibido si vienes, y tendrás la oportunidad de conocer al resto de personajes de mi cuento 🙂
      ¡Un beso enorme Jerónimo!

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  5. que va María que no hace falta pasar al pulpo como animal de compañía , que nos lo creemos completamente que el suburbano vienés es mejor.
    Peazo maleta !! que te metes dentro y la facturas y ahorras costes.
    Me dan ganas de probar la sacher en Viena con cafelito. Besitos.

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    • Pues no he probado a meterme dentro, pero tal vez tengas razón… Debería probarlo un día de estos 😉
      La próxima vez que vaya a comer tarta Sacher te vienes conmigo y ya comparamos los dos suburbanos en directo, ¿te parece? ¡¡Un besazo!!

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    • ¡Hola Alin! Me alegra mucho ver que te ha gustado cómo fue aquel viaje 🙂 Lo cierto es que desde entonces solo he vuelto a ir una vez a Viena y fue de pasada, así que tengo que repetir urgentemente!!! 🙂
      Respecto al carácter de los austriacos, te diré que al principio parecen ser gente bastante fría: de entrada suelen mantener las distancias (al saludarse se dan siempre la mano, no son muy de darse abrazos o demostrar afecto en público), pero en el fondo son personas muy sinceras y dispuestas a ayudarte cuando te conocen. Lo importante es tomarse tiempo a la hora de conocerles y no desanimarse. Siempre hay alguno que es un poco rarito (como en todas partes) pero en general son buena gente. En Viena tendrás la suerte (o no) de que hay una bonita mezcla de culturas, ya que allí viven muchos inmigrantes de muy distintos países, así que puede que te resulte más sencillo conocer a gente muy diferente 🙂
      En cualquier caso, te deseo buen viaje cuando vayas!!! ¡Saludos!

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